Debajo de los ásperos desiertos de Arabia Saudita se encuentran cámaras oscuras y complejos laberintos llenos de estructuras cristalinas, estalactitas y estalagmitas.
Algunas tienen entradas pequeñas que se abren en cuevas, otras conducen a un laberinto de pasajes que pueden ser de varios kilómetros.
Esencial para la formación de estas cavidades subterráneas es la acción del agua percolando a través de rocas solubles.
El agua de lluvia absorbe cantidades fraccionarias de dióxido de carbono del aire a medida que cae, formando una solución diluida de ácido carbónico que come la piedra caliza y, finalmente, forma huecos y canales que los beduinos locales siempre han conocido y que en algunos casos fueron utilizadas como fuentes de agua.
El lugar fue estudiado de forma sistemática por vez primera en 1981, y en la actualidad está siendo explorado e informado por el Servicio Geológico de Arabia Saudita.