[1] El maestro zen y profesor Kurt Kankan Spellmeyer argumenta que el budismo es una cultura democrática desde sus orígenes: "Los vínculos entre el dharma y la democracia han intrigado a los académicos durante generaciones.
Según fuentes budistas, la república Sakya estaba gobernada desde su capital, Kapilavasthu, por una asamblea (la parishad) de quinientos ciudadanos.
Mientras que el monje Ajahn Brahm asegura que la democracia más antigua del mundo es la Sangha budista, arguyendo que Buda abolió el sistema de castas de la India y que la integración de miembros de la Sangha sin importar etnia o clase social en igualdad de condiciones fue pionera para la época, donde también se distribuían los recursos en igualdad y se tomaban decisiones colectiva y democráticamente.
[6] El historiador alemán Markus Rüttermann asegura que en los monasterios japoneses se acostumbraba tomar decisiones democráticamente.
[7] El budista tibetano David Kaczynski asegura que el budismo y la democracia se necesitan mutuamente: James Kierstead de la Universidad Victoria en Wellington asegura que la tradición demócrata-budista haría a los budistas sentirse orgullosos: