Igual resultó la segunda, que debió ser interrumpida por riñas entre miembros del elenco.
Por orden del gobernador Friedrich, se impone en Palermo la pena de muerte a todo aquel que realice actividades sexuales pecaminosas.
En el tribunal, Friedrich está a punto de anunciar un castigo implacable para Claudio, cuando llega Isabel y le solicita una entrevista en privado.
Allí le implora repetidamente, con sus mejores modales, que tenga piedad de su hermano.
Isabel se retira, y con la colaboración de Dorella, organiza el engaño.
Mientras tanto, ésta intercepta a Poncio, que lleva la supuesta carta de liberación.
Se anuncia el regreso del rey, y todos parten alegres a recibirlo.