Se trata de una cueva que fue empleada por los pobladores nómadas del lugar como cementerio.
Las primeras investigaciones en la cueva de La Candelaria se realizaron en 1953 y hubo una temporada posterior en 1954.
Como resultado de estas expediciones, se recuperaron numerosos materiales que han sido resguardados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Los ocupantes de Cueva de la Candelaria tenían por costumbre enterrar a sus muertos en bultos que contenían no sólo el cadáver sino adornos corporales hechos con fibras naturales, cuero, conchas y plumas, así como otras piezas de vestido y calzado.
Todo se envolvía en una manta tejida de algodón o yuca, y atada con cordeles.