Las cuatro piezas para clarinete y piano, Vier Stücke, opus 5, del compositor austríaco Alban Berg, fueron compuestas en 1913, el mismo año de composición de sus Altenberg-Lieder, opus 4.
[La música] debe ser la expresión de una sensación, tan real como la sensación que nos lleva al contacto con nuestro subconsciente, y no al intercambio de la sensibilidad y la lógica consciente”[1] Inspiradas en las Sechs kleine Klavierstücke, opus 19 de Arnold Schoenberg, Berg compone estas piezas breves en 1913.
El 31 de marzo de ese mismo año se estrenan los Orchesterlieder nach Ansichtskartentexten von Peter Altenberg, opus 4, causando un gran escándalo que terminó en diversos tumultos y pleitos judiciales.
Pero ya su consecuente (d) es un resto, el motivo inicial (a), variado por medio de un aumento de intervalos; su ritmo, con la corchea prolongada, es al mismo tiempo el resto rítmico del motivo (c).
La parte central, un genuino trío, constituye el único contraste fuerte dentro de las piezas, pero, en contrapartida, ella es densa y sin contrastes durante cuatro compases, cerrada en sí misma, fuera de todo tiempo; su sentido formal anticipa el de los giros en retrogradación que vendrán más tarde.
El ‘tema’ se construye por medio de un acorde sostenido a lo largo de cuatro compases, con el mismo ritmo sincopado, y un contracanto cromático del clarinete: una vez más no existe tema.