De manera que una población puede tener individuos con 0, 1, 2, 3, etc. cromosomas supernumerarios.
Por ejemplo, el saltamontes británico, Myrmeleotettix maculatus, tiene dos tipos estructurales de cromosomas B: metacéntricos y submetacéntricos.
El caso mejor documentado de origen híbrido es el del cromosoma PSR en la avispa Nasonnia.
Dado que los cromosomas B no siempre aparecen en parejas ni se segregan en los diferentes polos celulares durante la meiosis (comportamiento normal en los cromosomas normales), no se transmiten según el sistema Mendeliano.
El denominado impulso postmeiótico tan solo se ha descrito en plantas donde en las mitosis que se llevan a cabo durante la maduración del polen sufren una no-disyunción y ambas cromátidas del cromosoma B van al núcleo que formará parte de la fecundación.
En algunas especies hay de manera natural en los oocitos un polo débil y otro fuerte, donde el fuerte tiene preferencia por unir su huso a ciertos cromosomas según su morfología, algo que puede ayudar al B también a aumentar su frecuencia en los óvulos resultantes.
Estos cromosomas se han descrito fundamentalmente en ciertos grupos taxonómicos, aunque la alta frecuencia de estos cromosomas en esos taxones refleja probablemente la intensidad y la facilidad técnica con la que cada grupo ha sido estudiado.
A pesar de la claridad de esta distinción de etapas está bastante clara, para que se siga esa dinámica evolutiva debe existir una coevolución entre ambos genomas ya que como se aprecia, la evolución en los genes que evitan la acumulación es una respuesta del genoma hospedador frente a la acumulación del genoma parásito, llegando a un equilibrio más o menos estable.
Sin embargo, algunos cromosomas B muestran actividad transcripcional, y además en algunos se han hallado genes ribosómicos (que codifican para generar ribosomas, los elementos que transforman la información genética en proteínas), aunque en su mayor parte están inactivos.
Los efectos se manifiestan raramente en el fenotipo externo, sino que, con más frecuencia, afectan a caracteres asociados con el vigor, la fertilidad y la fecundidad.
Estos efectos negativos en los hospedadores apuntan a la naturaleza parasítica de los cromosomas B, aunque algunos, cuando se presentan en poca cantidad, tienen efectos beneficiosos en sus portadores, y de este modo adquieren un diferente significado biológico.