La pintura se fecha hacia 1470 y algunos expertos creen que Antonello la terminó con ayuda de su hijo Jacobello.
Hacia 1965, la obra fue localizada en una colección particular de Irún (España), y se propuso su compra al Museo del Prado.
Al ser obra inédita, suscitó algunas dudas, pero posteriores estudios la han situado entre las piezas magistrales del artista.
Cristo está representado de manera realista, siguiendo la anatomía clásica.
En el manso paisaje se observan olivos verdes en segundo plano; pero, en contraste con este árbol, se distinguen calaveras y algún tronco seco erguido que contrastan con el verde de sus alrededores y la ciudad al fondo, muy iluminada por la luz del sol.