En su copiosa producción, Alejo de Vahía cultivó muy distintos tipos iconográficos.
[1] De tratamiento anatómico característico, inciden en la expresividad, pero sin caer en deformaciones o en gesticulaciones.
Destaca especialmente el tratamiento de sus brazos, más inclinados de lo que es habitual en el siglo XV, que confiere al conjunto un especial dinamismo.
Además viste un perizonium al que Ara Gil denomina de tipo A,[2] esto es que uno de los extremos del lienzo, que pasa entre las piernas, se remete por delante formando un borde inferior horizontal.
Además esta obra forma parte de la Semana Santa palentina, siendo su imagen más antigua.