A mediados del siglo XVII, el emperador Fernando III del Sacro Imperio, rey de Hungría decidió coronar a su hijo primogénito, Fernando, como rey de Hungría.
Decide coronar a su hijo primogénito, el príncipe heredero Fernando de Austria.
Esta decisión ayudaría a afianzar los derechos de Fernando al trono, ya que este contaba con una exigua salud y se decía que no gozaba de una gran capacidad intelectual.
Los nobles húngaros le aclamaban en los momentos del discurso en que el nuevo rey parecía tener dificultades para continuar, dándole así tiempo para retomarlo.
[2] Tras su accesión al trono del Imperio austríaco, Fernando sería coronado en otras dos ocasiones: