La confesión fue la primera norma de la Iglesia protestante en Escocia.
En agosto de 1560 el parlamento escocés acordó reformar la religión del país.
Si bien la Confesión y los documentos que la acompañaban fue el producto de un esfuerzo conjunto de los seis, se suele atribuir su autoría a John Knox.
Aunque el Parlamento aprobó la Confesión, la reina María I de Escocia rehusó reconocerla, y la Confesión se convirtió en ley solamente en 1567.
Todavía hoy, es parte fundamental de muchas iglesias reformadas y especialmente presbiterianas en el mundo, y aunque su relevancia como documento quedó relegado ante la confesión de Westminster, sigue teniendo algo de importancia histórica y tradicional.