La mayor parte de sus dirigentes y afiliados eran también activistas del Partido Socialista Italiano, como su fundador Rinaldo Rigola, primer secretario de la CGdL, o sus sucesores Ludovico D’Aragona y Bruno Buozzi.Con el fascismo cesó su existencia legal, que continuó en la clandestinidad hasta la reconstitución de 1944, mediante el Pacto de Roma, en la CGIL Unitaria, que en 1950 sufrió las escisiones que darían vida a las actuales confederaciones sindicales italianas: la Confederación General Italiana del Trabajo (CGIL), la Confederación Italiana de Sindicatos de Trabajadores (CISL) y la Unión Italiana del Trabajo (UIL).A principios del siglo XX, el movimiento sindical italiano comenzó a adquirir una dimensión nacional, gracias al amplio desarrollo de los Sindicatos de Categoría y las Cámaras del Trabajo.[3] En 1906, el Consejo Nacional de la Resistencia, envuelto en tensiones cada vez mayores entre reformistas y revolucionarios, se disolvió.[4] Sin embargo, durante los primeros años se desarrollaron en el interior de la confederación enfrentamientos entre sindicatos nacionales de oficio, que se inspiraban en el sindicalismo reformista, y las Cámaras del Trabajo, donde prevalecía la corriente del sindicalismo revolucionario.[5] El secretario general de la CGdL, Rinaldo Rigola, permaneció en el cargo hasta 1918.[11] En los cuatro días posteriores fueron ocupadas casi todas las fábricas metalúrgicas de Italia.Tras la conclusión de las ocupaciones de fábricas y las elecciones municipales, el movimiento fascista, que hasta el momento había tenido un papel más bien marginal,[13] inició su ascenso político, caracterizado por el recurso masivo y sistemático a las acciones escuadristas.En la misma época, los comunistas dieron vida en Milán, clandestinamente, a su propia CGdL.En noviembre de 1929, Palmiro Togliatti puso en práctica la svolta, aplicando la «táctica del socialfascismo» decidida por la Internacional Comunista para enfrentarse a los reformistas.En noviembre de 1943 se celebró en Nápoles una conferencia que constituyó el Secretariado Meridional de la Confederación General del Trabajo y nombró un Comité Directivo Provisional, compuesto por Enrico Russo, secretario general, Vincenzo Iorio y Vincenzo Gallo por el Partido Comunista Italiano, Vincenzo Bosso e Nicola Di Bartolomeo por el Partido Socialista Italiano y Antonio Armino y Dino Gentili por el Partido de Acción.