En 1929, el físico alemán Hermann Julius Oberth aceptó el encargo hecho por Fritz Lang de construir y lanzar un cohete de combustible líquido para publicitar su película La mujer en la Luna.
El cohete de Oberth utilizaba una cámara de combustión cónica y utilizaba oxígeno líquido y gasolina como propelentes.
Ni Oberth ni sus asistentes (uno de los cuales era Rudolph Nebel, que más tarde participaría en la construcción del Mirak) tenían los suficientes conocimientos de ingeniería como para finalizar el cohete en el plazo de cuatro meses que les habían dado.
Tampoco fue capaz de finalizar este último cohete, y simplemente abandonó el reto.
Los cohetes sin finalizar se los quedó el estudio de la película, que luego fueron adquiridos por la VfR (una sociedad civil de cohetería alemana) para proseguir con los estudios y pruebas sobre cohetes propulsados por combustibles líquidos.