Por un lado, presenta un gran potencial como herramienta de apoyo en el aula: ofrece la posibilidad de brindar una atención educativa más particular e individualizada al alumnado que lo precise, ya sea en un momento puntual o durante un periodo sostenido en el tiempo.[4] Esta estrategia de docencia también es ampliamente reconocida por su gran valor inclusivo.En los últimos 15 años, incluso se ha consolidado una imagen de esta disciplina que se enfoca únicamente al apoyo del alumnado con discapacidad.[5] Las primeras influencias históricas de esta modalidad aparecieron en Europa, más concretamente en Inglaterra.Más tarde fue llevada hasta Norteamérica, donde se implementó en varias universidades estadounidenses.