Según la leyenda la monja fue encerrada en una mazmorra del monasterio que solamente tenía salida al río Oñar.
A pesar de eso, su santidad provocó que, pese a su aspecto, le saliesen dos preciosas alas de mariposa en la espalda.
Más o menos allí donde se empezó a ver, entre el puente de piedra y el puente de las pescaderías viejas.
Hoy en día, tan sólo en las noches de luna llena, la gente sensitiva puede llegar a intuir la traslúcida figura de la cocollona.
El origen de esta leyenda es realmente incierto, hasta el punto que se llega a dudar su origen histórico.