Como ejemplo podría citarse el kit car desarrollado por el británico Thomas Hyler White, el cual, al igual que los modelos que le siguieron, era montado por los propios compradores del conjunto de piezas (la revista The English Mechanic publicó, entre otros, dibujos técnicos para la construcción por cuenta propia).
[1] Los kit car actuales suelen ser réplicas a escala 1:1 de modelos clásicos caros y famosos que casi cualquier persona puede montar en su casa para luego, una vez terminado, circular por la vía pública.
Por otra parte, los clásicos auténticos con frecuencia solo son de una utilidad limitada para el uso cotidiano.
Si se da por sentado que en Inglaterra el concepto de los primeros kit cars ya se puso en práctica a finales del siglo XIX y que los planos técnicos necesarios para el ensamblaje particular podían comprarse, el desconocimiento general sobre este tipo de vehículos resulta bastante extraño, sobre todo si se tiene en cuenta que las versiones del Volkswagen Buggy de los años 1960 y años 1970 fueron lanzadas en tiradas relativamente numerosas.
[2] Al oír hablar por primera vez sobre los kit cars, la mayoría de los conductores reacciona con escepticismo.
En consecuencia, el aficionado a los kit cars debe soportar la estigmatización asociada con esta reserva.
Kits Glider incluyen un chasis (marco o bastidor), eje delantero y el cuerpo (la cabina).