Ciudad de la Eterna Primavera es el alias dado a varias ciudades en Hispanoamérica.
En líneas generales, estas urbes suelen destacarse por poseer climas agradables o benignos y soleados de poca variación térmica de estación a estación.
La localidad más antigua conocida con el epíteto es la ciudad de Tarragona, que recibió el mismo en la época romana.
[1][2] En América, existen algunas ciudades que, en sus respectivos países se han ganado tan distintivo apelativo.
Otras localidades con epítetos similares corresponden a unidades mayores, como Tenerife, llamada isla de la eterna primavera,[13] o Guatemala, a su vez conocido como país de la eterna primavera.