Chiara Lubich

Siguiendo su propuesta, Chiara ingresa a la Tercera Orden Franciscana “para reanimarla y rejuvenecerla”.

Esta nueva experiencia espiritual se refleja en las conferencias que brinda a las jóvenes de la Tercera Orden.

Se hace viva en ella la certeza de que “el amor es la salvación del siglo XX”.

Allí encuentran cómo responder al amor de Dios, la Verdad tan buscada y la nueva medicina para reconstruir el tejido social herido.

A los pocos meses ya son 500 las personas involucradas en esta comunión espontánea de bienes materiales y espirituales.

Este mandamiento se revelará como el ADN de un nuevo orden social.

Esta unidad que ChiaraLubich y sus primeras compañeras experimentaban, la entendían como destinada al mundo entero.

Durante este largo periodo de suspensión, Chiara vive una profunda prueba interior.

Muchas veces ella misma la compara con el grano de trigo del Evangelio, que cae en tierra y muere para dar fruto.

[35]​ La larga prueba llega a su fin en 1962, con la primera aprobación pontificia ‘ad experimentum’, durante el pontificado de Juan XXIII, en los años en los cuales se abre la temporada del Concilio Vaticano II, confirmada luego en 1964 por Pablo VI.

[36]​ En ese mismo año, Juan Pablo II la nombra consultora del Pontificio Consejo para los Laicos.

Tras su estela, muchos otros en el mundo continuarán esta original forma de consagración abierta a los casados.

[38]​ Chiara comunica constantemente a Igino Giordani y a las jóvenes que están con ella las “comprensiones espirituales” que está viviendo, haciéndolos partícipes de la mismo experiencia hasta convertirse, como dirá luego, “en una sola alma”.

Y es justamente en los años dolorosos, bajo el estudio del Santo Oficio, que comienza la construcción de su obra.

A partir del compromiso social de los años cincuenta, Chiara pone en marcha los Centros específicos: para la política, la economía, la medicina y el arte.

[48]​ Los años sesenta se caracterizan por otro fenómeno mundial: la inquietud y la rebelión de los jóvenes.

[51]​ Desde los años 1946-1947 Chiara mantiene correspondencia con religiosas de distintas congregaciones, sacerdotes y religiosos franciscanos, que se sentían llamados a vivir para aquella “unidad que deberá atar a todos con el dulce vínculo del Amor”, “hasta los confines del mundo”.

Visitó Berlín nueve veces, tanto antes como después de la construcción del muro.

El proyecto será aplicado muy pronto por parte de empresarios de distintos continentes y suscitará un notable interés por parte del mundo académico internacional, demostrado también al conferírsele a Chiara el doctorado honoris causa en economía.

En varias ocasiones Chiara esboza los fundamentos en sus encuentros con parlamentarios de Eslovenia, Francia (Estrasburgo), República Checa, Brasil (1998) e Italia (2000).

Chiara dirige un mensaje donde se cruzan las más altas exigencias espirituales con el compromiso social, económico y cultural.

El camino del diálogo es asumido y señalado por ella como camino privilegiado para alcanzar la unidad de la familia humana, ya que conduce a quienes no se conocen a redescubrirse como hermanos, parte de una misma familia.

Como bien lo han comprendido los budistas tailandeses, que al manifestarse sobre Chiara, dicen: “Chiara es una madre excepcional, que posee solamente el amor y lo da totalmente, es una persona sabia y capaz de indicar el camino seguro para nuestra vida”.

Entre 1967 y 1972 visita ocho veces Estambul, donde establece un profundo diálogo fraterno con el patriarca ecuménico ortodoxo de Constantinopla, Athenágoras I, con quien mantendrá 24 audiencias.

En esos mismos años establece relaciones fraternas con personalidades de las Iglesias Luterana y Reformada.

Hoy son miles los cristianos en las distintas iglesias que comparten la espiritualidad de Chiara, contribuyendo a la comunión recíproca.

Chiara toma la palabra junto a don Luigi Giussani, Jean Vanier y Kiko Arguello.

La primera gran manifestación que tiene a Chiara entre los protagonistas se da en 2004 en Stuttgard con la participación de 9000 personas en conexión con otros 163 eventos paralelos.

Instituciones académicas hindúes y movimientos gandhianos del Tamil Nadu le confieren el Premio “Defensora de la paz”.

“Desde ahora, Chiara y su gran Ideal son herencia de la humanidad entera”, afirmó el monje budista tailandés Phara-MahaThongratana.

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Chiara Lubich primo piano
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