En este nombre, como en otros muchos del mismo tipo, como Chaherrero (Ávila), Robledo de Chavela (Madrid), Chagarcía Medianero (Salamanca) etc., nos encontramos con la forma castellana (Echa, posteriormente Cha por aféresis, del nombre propio vasco-navarro Aita «padre», muy frecuente en la Edad Media castellana.
[3][4] A mediados del siglo XIX, el lugar contaba con una población censada de 64 habitantes.
Son las Fiestas Patronales y se celebran en honor a Nuestra Señora del Rosario.
Este tipo de defensa era muy útil para frenar los ataques que se hacían a caballo.
El castro, que ha sido restaurado recientemente, posee diversos recintos y una extensa necrópolis cuyos ajuares fueron catalogados por Cabré.
Es un emplazamiento ciertamente estratégico con agua abundante y fácilmente defendible de cualquier ataque exterior.
El yacimiento lo constituyen el poblado fortificado, como área de vivienda y la necrópolis correspondiente.
Con un sistema defensivo de triple muralla y campos de piedras hincadas situados estratégicamente, impresiona la extensión del poblado ( 30 ha ), cuyo carácter defensivo se nos va mostrando a medida que recorremos el itinerario marcado -que aconsejamos seguir - y nos adentramos en este hacia el norte.
El primer recinto era el destinado a las viviendas y los edificios públicos, de los que apenas se han encontrado restos.
Algunas teorías sostienen que el Recinto III fue levantado para reforzar las defensas ante la llegada de los romanos.