Si el anfitrión rechaza el café, se le puede servir té (shai).
La ceremonia, considerada un honor, suele ser conducida por el ama de casa.
Luego se vierte el café en un recipiente, la jebena, que contiene agua, se lleva a ebullición en una estufa de carbón y permanece allí hasta que sale humo de su pico.
El anfitrión sirve el café a todos los invitados inclinando la jebena, unos treinta centímetros por encima de una bandeja con pequeñas tazas sin asas.
[3] El café molido se prepara tres veces por superstición, porque según se dice trae buena suerte:[4][2][5] La ceremonia del café también puede incluir la quema de varios inciensos.