Consideremos una guía de ondas que terminamos en cortocircuito.
En otras palabras: la estructura resuena a esas frecuencias, por lo que se llama cavidad resonante.
En realidad, esta estructura totalmente cerrada no tiene aplicación práctica y, además, tampoco contiene una onda estacionaria ya que no hay ningún generador.
Pero, si acoplamos la estructura a un generador, por ejemplo, a través de un orificio o un bucle de hilo conductor, situados convenientemente, se podrán excitar estas ondas estacionarias.
Los tubos de un órgano, por ejemplo, son cavidades resonantes sintonizados -afinados- a la nota correspondiente que filtran el ruido producido por el aire al rozar la lengüeta, al excitar solamente la frecuencia de resonancia del tubo.