Catilinarias

En respuesta al comportamiento de Catilina, el Senado emitió un senatus consultum ultimum (medida similar al estado de sitio moderno) por el cual quedó suspendida la ley regular y Cicerón, como cónsul, fue investido con poder absoluto.Cuando finalmente se realizaron las elecciones, Catilina volvió a perder.Mientras tanto, Catilina se había unido a Manlio, comandante de la fuerza rebelde.Cuando el Senado fue informado de esto, declararon a ambos enemigos públicos.Entre este segundo discurso y el tercero, tuvo lugar la decisiva batalla entre las tropas de Catilina y las de Antonio; Catilina, al ver que todo estaba perdido, decidió suicidarse antes que entregarse al Senado romano.Ante el entusiasmo general, que atribuía el éxito a Cicerón, este dijo no pedir nada para sí, salvo la gratitud de Roma, y reconoció que esta victoria había sido más complicada que cualquiera ganada en el extranjero, pues los enemigos eran también ciudadanos de Roma.En el cuarto y último discurso, Cicerón estableció las bases de la argumentación que subsiguientes oradores (principalmente Catón) emplearían en el juicio y posterior ejecución de los conspiradores.Como cónsul del Senado romano, reunido esta vez en el Templo de la Concordia (Roma), Cicerón no podía legalmente expresar ninguna opinión al respecto, pero haciendo uso de una sutil oratoria supo soslayar dicha prohibición.
La primera catilinaria, Maccari, 1880.