El historiador arquitectónico Nikolaus Pevsner la calificó de “la catedral inglesa más típica”.
La Catedral fue fundada en 1075, después de que la sede del obispado se trasladara a la ciudad, desde la cercana Selsey.
El techo de madera original se quemó, y fue reemplazada por la bóveda actual.
La aguja, que fue originalmente construida en el siglo XIV, fue reparada en el XVII por sir Christopher Wren.
Fue reconstruida inmediatamente por George Gilbert Scott, y ahora se alza hasta los 82 metros de altura.