La historia del Santuario, tallado en madera, se remonta a la época de la Colonia.
Para solidarizarse con el esclavo, al siguiente día el Cristo apareció de color negro”, cuenta Lazo.
Desde entonces empezó su veneración en estos sectores del campesinado que históricamente han vivido de la agricultura y la ganadería.
Vienza y Mora hizo edificar el Santuario del Señor de los Milagros en 1650, en el siglo XVII.
Según relatos, trasladaban la imagen del Señor de los Milagros a Guayaquil, en una balsa por algunos días y la población dauleña lloraba por su ausencia, pero al mismo tiempo se preparaban para recibirlo a su regreso con entusiasmo, amor y fe.