Como sucedía en esas épocas, conforme avanzaba la reconquista, esta línea defensiva caería en desuso, siendo abandonado el lugar y desplazándose sus gentes hacia el valle del Ebro.
De la fortificación del siglo XI no se conserva nada, pero sobre sus ruinas se levantó en los siglos XIV y XV una nueva fortificación de estilo gótico, perteneciente a la poderosa familia Luna.
El castillo lo formaban un recinto amurallado no muy grande[2] y de planta irregular, compuesto por dos cuerpos, que en la actualidad están separados, y que en uno de los extremos tiene la gran torre gótica y una sala alargada, cerrada por los restos de un torreón menor que se sitúa en el otro extremo.
Conserva parte de sus almenas y ménsulas que suponemos aguantaban garitones en las esquinas.
La torre se estructuraba en tres plantas, y como acceso presenta un vano con arco de medio punto.