Es de las pocas fortalezas españolas de La Habana que en la actualidad no se encuentra abierta al público y no ha sido convertida en museo.
Cuando España recuperó La Habana tras once meses de ocupación inglesa, decidió convertir a la ciudad en una plaza inexpugnable.
Siendo provincia española, fue usado como fortaleza militar pero nunca llegó a entrar en combate.
Durante la dictadura del general Gerardo Machado alcanzó triste celebridad por los asesinatos de opositores que se llevaron a cabo en ese lugar.
Un camino cubierto por frondosos árboles, terraplenado, cortado por seis traveses distribuidos en la cercanía de los vértices, para el tiro en enfilada, permite la entrada y desplazamiento en la fortaleza.