Casa en Punta Piedras

La casa principal tiene un acceso por el lado opuesto a la costa, entrando por un pasillo a un patio íntimo, encerrando por un muro blanco con distintas perforaciones para ver el mar y cubierto con una pérgola rústica de ramas, con un pequeño árbol que enriquece ese espacio.

En la planta baja se encuentra el garaje, dos habitaciones y un sector para empleados de servicio, mientras subiendo a la planta superior están los sectores sociales de la casa: un amplio living-comedor, la cocina por separado, otra habitación con baño en suite, un atelier y una terraza lo suficientemente amplia como para alojar una mesa y comer allí.

La “torre” pedida por el matrimonio a los arquitectos, también posee un patio de entrada cubierto por una pérgola y limitad por un muro, pero en contraste con la otra casa, tiene el living-comedor integrado con una pequeña cocina en la planta baja, y un dormitorio con un pequeño baño en suite en la planta superior.

Relacionó a los autores de la casa con los arquitectos de aquella época Carlos Vilar o Eduardo Sacriste y elogió al conjunto por no pertenecer ni al estilo pintoresco que solían tener las casas de veraneo construidas en aquella época, y por tampoco pertenecer a una arquitectura moderna fría y ortodoxa.

Al mismo tiempo, la juzgó como intemporal, ya que “nos sugiere un fuerte acento Mediterráneo” y al mismo tiempo, tratándose de una casa “tan acabadamente moderna”, termina mostrando “esa discreta elegancia criolla hecha de ingredientes hoy casi anacrónicos entre nosotros: armonía, simplicidad, belleza”.