Esta vistosidad hizo que se le conociera popularmente en el barrio como la Casa de los Azulejos.
El inmueble estuvo a punto de desaparecer bajo la piqueta al ser declarado en ruinas en 1995.
Tras evitar el derribo y aprobar su recuperación, se iniciaron las labores de rehabilitación casi artesanal que ha supuesto la recuperación de azulejos, pinturas y artesonados.
Fue llevada a cabo por los arquitectos Úrsula Heredia y Ramón Velasco.
El edificio consta de tres plantas sobre rasante, más un pequeño sótano.
[1] Techos interiores ornamentados mediante artesonados de escayolas decorados y policromados.