Se lo llevó con él para entrenar en Lisboa, junto a otros fondistas portugueses de élite, como Fernando Mamede, con quien Lopes mantuvo una gran rivalidad.
Al año siguiente, en los Juegos Olímpicos de Múnich 1972, ni siquiera logró clasificarse para la final de 10.000 m. En los años siguientes tampoco consiguió logros destacables, y sufrió varias lesiones que impidieron continuar su progresión; pero la situación cambió en 1975, cuando consiguió una beca del gobierno, lo que le permitió dedicarse íntegramente a entrenar.
En 1976 obtuvo su primer gran éxito ganando el Campeonato Mundial de Campo a Través disputado en Chepstow.
En 1977 no pudo revalidar en Düsseldorf el título mundial de cross, finalizando 2.º la prueba.
En los años siguientes su carrera volvió a estancarse por culpa de la una pertinaz tendinitis, que casi le hace decir adiós al atletismo.
Pese a todo la experiencia fue positiva, y demostró que tenía posibilidades de hacerlo bien en esta prueba.
En el verano decidió participar en los 10.000 metros del Mundial de Helsinki 1983, prueba en la acabó en una discreta 6.ª posición.