Las hojas son oblongo-lanceoladas, pinnatisectas espinosas y dispuestas en una roseta.
Carlina: nombre genérico que cuenta la leyenda que le enseñaron los «ángeles» a Carlomagno como debía emplearla (refiriéndose a Carlina acaulis) contra la peste, y que así libró a sus huestes de ella; y la planta se nombró así en su honor.
Más tarde, la leyenda cambió a Carlomagno por Carlos I de España.
[3] Está última «interpretación» sería la que sirvió de base a Linneo para nombrar al género.
Las cifras entre paréntesis corresponden a la frecuencia del vocablo en España.