Es descrita como una mujer bonita, esbelta, alta y le creció el pelo de color azabache y le creció hasta los pies.
Shulákama se enamoró de la señorita Bulumia y vivieron en unión libre.
Ella quería un bastón o báculo como el del señor y este le hizo uno de una serpiente terciopelo.
Un día, Bulumia no quiso cumplir las reglas del báculo y un día quería ir a defecar y coloco el bastón en diferentes posiciones y vio como su bastón poco a poco se enrollo escondiéndose en un matorral, cuando dejó de defecar se fue a buscar su báculo pero no lo encontró y se sentó en un tronco pero no encontró nada.
Llegó a su casa casi moribunda y le contó a su esposo lo sucedido y él enojado dijo: “por eso no quería darte el bastón, ha llegado tu fin”.