Posteriormente fue enviado a Roma para perfeccionarse en los estudios, que realizó en la Pontificia Universidad Gregoriana, graduándose como doctor en filosofía.
Se distinguió también como predicador, conferenciante y como director espiritual.
Con el aumento de la violencia anticlerical que se produjo en el sector republicano durante la guerra civil española se vio obligado a abandonar el convento.
Antes de ser fusilado confesó a los cerca de trece detenidos que eran transportados en el mismo camión, entre los cuales estaban también su padre y su hermano.
Terminada la guerra civil, sus restos mortales fueron exhumados, reconocidos por su hermana y transportados al panteón de los mártires del cementerio de Puzol.