Entendía muy bien el juego y gracias a ello, solía elegir siempre la mejor opción en cada jugada.
Por una banda o por otra, indistintamente, solía ser un dolor de cabeza para el lateral rival.
En 1991, Conti decidió retirarse del fútbol, en su último partido, sería ovacionado por los 80.000 espectadores que abarrotaban el Stadio Olímpico de Roma.
Su participación como jugador de la selección italiana es la que le dio más prestigio en su carrera.
Pero no tuvo tanta suerte en su segundo Mundial 1986, donde Italia quedó eliminada en octavos de final.