William-Adolphe Bouguereau

Alumno de François Édouard Picot en París con 21 años y pensionado en la Villa Médici romana con 25.William, inicialmente inscrito en la escuela local, donde al parecer solía llenar de dibujos sus libros y cuadernos, fue enviado a vivir con su tío Eugène,[b]​ de 27 años, joven cura en la iglesia de Saint-Étienne en Mortagne sur Gironde, y que posiblemente estimuló su sensibilidad e inquietudes artísticas.Durante tres años y cuatro meses viajó por Italia pintando copias de obras maestras.En esa época recibía invitaciones de toda Europa, que a petición del pintor su esposa Elizabeth rechazaba sistemáticamente para poder atenderle: a finales de 1903 su precaria salud ya le impedía escribir o pintar.Bouguerau estuvo casado en segundas nupcias con otra artista, Elizabeth Jane Gardner, cuya influencia permitió que las instituciones de arte francesas se abrieran por primera vez a las mujeres que pintaban realismo burgués.[7]​ Concluye Eisenman, que contemplando sus cuadros, el burgués más ignorante entendía la fastuosidad de la mitología clásica y llegaba a la tranquilizadora conclusión de que la vida del campesino es el jardín del Edén.En su propia época, Bouguereau era considerado uno de los mejores pintores del mundo por la comunidad artística académica y, al mismo tiempo, era vilipendiado por la vanguardia.Algunas eran vistas por coleccionistas internacionales y compradas incluso antes de que la obra estuviera terminada.Degas y sus colaboradores utilizaban el término «Bouguereauté» de forma despectiva para describir cualquier estilo artístico basado en «superficies resbaladizas y artificiales»,[14]​ también conocido como acabado «lamido» (esto es, uno donde las pinceladas son invisibles).[12]​ Por ejemplo, Ninfas y sátiro fue adquirida primero por John Wolfe, y luego vendida por su heredera Catharine Lorillard Wolfe al hotelero Edward Stokes, que la expuso en el Hoffman House Hotel de Nueva York.Sin embargo, incluso en vida del pintor, hubo discrepancias críticas a la hora de valorar su obra.En 1926, el historiador del arte estadounidense Frank Jewett Mather criticó la intención comercial de la obra de Bouguereau, escribiendo que el artista «multiplicó vagas y rosadas efigies de ninfas, les puso algo encima ocasionalmente, cuando se convirtieron en santas y madonnas, pintó a la gran escala que domina una exposición, y ha tenido su recompensa.