[1] Aunque existen campeonatos regionales de esta modalidad, su medio natural, al igual que otros deportes autóctonos, son las festividades locales, especialmente las fiestas patronales como parte del programa festivo.
La práctica del juego de los bolos, en algunos lugares exclusivamente masculino y vetado a las mujeres, estaba mal visto por el sector eclesiástico, ya que se consideraba que la mujer se apartaba de sus obligaciones domésticas.
Quizás por ello está documentado que al pasar a ser practicados por las mujeres llevaban implícito una simbología sexual, ya no solo por el bolo en sí como símbolo fálico, sino por la costumbre en algunos lugares de la provincia de Burgos de que cuando se derribaban los bolos, las mujeres se recogían las faldas y bailaban sobre los derribados «atributos masculinos».
La actividad comienza ya de hecho con la preparación del terreno en el que participan todas las jugadoras.
[3] Nótese que aunque es un juego tradicionalmente femenino, el reglamento no excluye a los hombres.