Sin embargo, por aquella época ya habían penetrado diferentes credos y creencias de carácter animistas y paganas que harían difícil la evangelización ortodoxa de tales territorios.
Fue un sacerdote búlgaro, apodado a sí mismo Bogomilo, quien, a finales del siglo XI, aunó todas las ideas y creencias heterodoxas que se extendían por Tracia en aquel momento, dando así origen a los bogomilos y al bogomilismo.
Por otra parte —siempre durante el medioevo, ya desde el siglo X— los bogomilos fomentaron en Italia la llamada «creencia patarina», mientras que en Occitania y el noreste de España influyeron para que allí se instaurara y prosperara la creencia, muy afín al bogomilismo, de los cátaros.
Como los bogomilos, los cátaros rechazaban el matrimonio y consideraban el mundo actual como un producto del mal, de modo que solían practicar el celibato o formar comunidades en las cuales el celibato era frecuente.
Esto dio pábulo a la reputación según la cual los bogomilos eran homosexuales sodomitas (al punto de que, al ser ellos llamados por confusión frecuentemente «búlgaros», luego tal apodo pasó a ser la etimología de la palabra bujarrón o buharrón).