En un casino cada jugador de la mesa juega únicamente contra el crupier, intentando conseguir una mejor jugada que este.
El crupier está sujeto a reglas fijas que le impiden tomar decisiones sobre el juego.
Esta apuesta debe ser realizada en cada mano, necesariamente antes de que se ponga en juego la primera carta.
Hacia 1849, con la fiebre del oro, el juego se incorporó en los salones del oeste americano, algunos casinos se inventaron una apuesta especial, el “black jack”, consistente en pagar a diez veces lo apostado por el jugador si se ganaba con la J (Jack) de trébol o picas (los palos negros), imponiéndose el nombre de la mano blackjack al del juego veintiuno.
[1] Ya en el siglo XX, en los casinos americanos, el juego adquirió su actual formato en el que se incluyen premios especiales (bonus también llamados apuestas independientes).
[2] En el blackjack actual, la ventaja del casino reside en que el jugador pide primero, teniendo la posibilidad de pasarse.
No obstante los estudios muestran que aun jugando siempre el jugador de la manera más favorable, el casino sigue teniendo una pequeña ventaja en cuanto a que el jugador se termine pasando o quede por debajo del crupier, perdiendo por tanto su apuesta.
La técnica más sencilla consiste en sumar +1 por cada carta baja (2 a 6) que llegue a la mesa, lo que beneficia al jugador para las siguientes rondas al haber más posibilidades de obtener cartas y puntuaciones altas, o restar -1 por cada As o carta con valor de 10 que llegue a la mesa, lo cual perjudica al jugador para las siguientes rondas.
En cambio con puntuación negativa las posibilidades de obtener una buena mano son peores, por lo que las apuestas deberían ser menores.
Si no sabemos cuanto vale nuestra mano, nunca podremos aplicar una estrategia que nos permita ganar.
Sin embargo en el caso del blackjack europeo, la segunda carta del crupier no se saca hasta que todos los jugadores hayan jugado su mano, sacando su segunda carta al final.
En este caso cabe la posibilidad de que tras aumentar nuestra apuesta, el crupier obtenga blackjack.
El seguro consiste en poner la mitad de lo apostado inicialmente para cubrir la posible perdida.
En algunos casinos la posibilidad de doblar la apuesta está limitada a que el jugador tenga inicialmente 9, 10 u 11 puntos con las dos primeras cartas.
Aunque las reglas varían sutilmente entre casinos, existen dos principales variantes del juego: el Blackjack americano y el europeo. La diferencia reside en que mientras que en el Blackjack europeo el crupier se da tan sólo una carta descubierta antes de ceder el turno a los jugadores, en el americano se da dos cartas, la segunda tapada.
En el caso de que la carta descubierta sea un As o una carta que valga 10 el crupier comprueba el valor de la carta tapada antes de pasar el turno, si ésta le permita hacer Blackjack, no pasa el turno a los jugadores, el crupier descubre la carta, los jugadores que tienen Blackjack empatan con el crupier, es decir no ganan pero tampoco pierden nada y los jugadores que no tienen Blackjack pierden su apuesta.
El casino tiene mayor ventaja en el Blackjack americano por varios motivos: cuando la carta descubierta del crupier señale que este puede conseguir Blackjack, comprobará el valor de la carta tapada, si tiene Blackjack el crupier no da turno a los jugadores y la partida se acaba, si no tiene Blackjack el crupier da turno a los jugadores que jugarán con la certeza de que el crupier no tiene la jugada máxima, información muy valiosa para saber si separar o doblar.
Por tanto, cuando se juega al Blackjack europeo y la carta del crupier muestra que hay posibilidades de que el crupier consiga Blackjack es recomendable no arriesgar doblando o separando.
Otra ventaja del Blackjack americano para el jugador es la opción de cobrar dinero de empate con una mano Blackjack por lo mismo que se apostó, es decir cuando jugador tenga 21 natural y dealer tenga un As visible, el jugador puede cobrar 1:1 y no asegurar y el dealer no continúa con segunda carta lo cual no es beneficioso, es decir cobrar a razón de 1 a 1 y no a razón de 3 a 2.