Biotecnología vegetal

Según el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) de 1992: es toda aplicación tecnológica que utilice sistemas biológicos y organismos vivos y sus derivados para la creación o modificación de productos o procesos, para usos específicos.

Las constantes sequías, seguidas por las lluvias y tormentas eléctricas excesivas, tienden a arruinar la productividad de lo que se está cultivando, por lo que los responsables de dicho producto deben encontrar una solución para no perder la cosecha.

Consiste en la introducción consciente de diversidad genética en las poblaciones, normalmente cruzando progenitores con características notables.

La biotecnología moderna se apoya básicamente en la puesta en práctica de la ingeniería genética, consistente en introducir información genética nueva en un organismo para dotarlo de capacidades que no poseía para su posterior reproducción, obteniendo individuos modificados y dotados para ese uso o función.

Si se quiere producir compuestos que son demandados por la sociedad actual, podemos modificar: Por ejemplo, de los hidratos de carbono obtenemos celulosa, almidón, azúcares que utilizamos para papel, textiles, cartón, fármacos, pinturas, plásticos, cosméticos, biocombustibles...

En el país americano por ejemplo, el algodón Bt, una de las plantas con ADN externo implantado, lleva cultivándose desde 1994 (Asaja, 2010; Iáñez, E.

[1]​[2]​ La ingeniería genética vegetal encuentra en la actualidad algunas limitaciones, sobre todo por la corta vida que tiene esta tecnología.

Andalucía cuenta con unas 600 hectáreas de maíz Bt, el único cultivo autorizado hasta la fecha, destinado a alimentación animal en principio (PALT, 2009).

La transferencia horizontal de genes es un hecho natural, incluso entre ciertos microorganismos y plantas, que ha ayudado en ocasiones a la evolución.

Pero los conocimientos científicos no pueden predecir con exactitud todas las consecuencias de la manipulación de un nuevo organismo al que se le han introducido genes extraños, ni su evolución e interacción con otros seres vivos una vez liberado un transgénico al medio ambiente (PALT, 2009).

[3]​ La gran diferencia entre la mejora tradicional de plantas y la mejora biotecnológica es que en la primera, se está limitado por las pautas evolutivas, y en el segundo caso no es así, aunque creamos una especie inverosímil naturalmente.

Asimismo, en la inclusión genética se seleccionan solo una parte del ADN a introducir, cosa que en la hibridación tradicional no ocurre, ya que para lograr la introducción de rasgos deseados se transfiere simultáneamente una enorme cantidad de material genético no caracterizado, y del que se desconoce sus posibles impactos y efectos indeseables (Iáñez, E.

Esta consecuencia habría que tenerla muy en cuenta, sobre todo, en zonas declaradas reserva natural, e igualmente en las extensiones de gran biodiversidad, abundantes en el terreno español.

Del mismo modo, también la contaminación genética estaría presente en los terrenos donde se cultiven alimentos genéticamente modificados, ya que la agricultura industrial usa fertilizantes sintéticos y agroquímicos que pasarían al agua y sobre todo a la tierra donde se encuentren por la falta de control.

Desde antes que aparecieran los primeros productos, se habían creado grandes expectativas en la nueva biotecnología como herramienta clave en el suministro de alimentos.

La UE solo permite el cultivo a escala comercial de dos transgénicos: el maíz MON810 y la patata amflora.

Por ejemplo, el maíz MON810 está vetado en seis países, Alemania, Austria, Francia, Grecia, Hungría y Luxemburgo, mientras Polonia tiene prohibido el cultivo de transgénicos.

Países como Austria ya han iniciado los trámites oficiales para prohibir el cultivo de patata transgénica, y Hungría ha iniciado acciones legales contra la Comisión Europea al considerar su aprobación como una imposición ilegal que no consideró los riesgos para la salud (Amigos de la Tierra, 2010).

[6]​ En el territorio español se cultivan las tres cuartas partes del maíz transgénico autorizado para su comercialización en toda la UE (PALT, 2011).

A nivel nacional este número desciende: el 45,2% de los españoles manifiesta conocer qué es un transgénico (Rodríguez Entrena, M.; Sayadi, S; Salazar, M.

El 63% de los participantes admiten no estar dispuestos a comprar y consumir alimentos genéticamente modificados.

Bayas in vitro. Instituto Vavilov de Plantas Industriales (VIR). Departamento de Biotecnología
Semilla sintética de meristemas somaticos de Nicotina tabacum.