El ritual del bicerin preveía que los tres ingredientes fuesen servidos separadamente.
Inicialmente se contemplaron tres variantes: pur e fior (el actual capuchino), pur e barba (café y chocolate) y el 'n pòc 'd tut (o lo que es lo mismo con poco de todo), con los tres ingredientes mezclados.
Esta última fórmula es la que ha tenido más éxito y ha prevalecido sobre las otras.
Ente los primeros escritos que testimonian la historia del bicerin se encuentra un texto de Alberto Virgilio “Torino e i Torinesi” (Turín y los turineses); cuya primera edición fue publicada en la década de 1930.
Entre los grandes amantes del bicerin se encuentran Camillo Benso Conde de Cavour, Pablo Picasso, Alexandre Dumas (padre) y Hemingway (que lo incluyó entre las cien cosas del mundo que habría salvado).