Las explicaciones dadas a continuación se refieren en especial al betacismo de las lenguas románicas.
En el latín hablado, sin embargo, y luego también en las lenguas romances al nacer, la pronunciación de la [b] intervocálica primero se convirtió en una fricativa bilabial [β], luego en la mayoría de los dialectos latinos quedó reforzada en un sonido fricativo labiodental sonoro [v], como lo encontramos en francés e italiano.
Según unos lingüistas, este fenómeno fue ayudado, quizá, por alguna de las lenguas prerromanas, tal vez relacionadas con el vasco –de hecho, en la lengua vasca no existen y tampoco existían en el ibérico los sonidos [v] y [w] ante vocales, sólo el fonema /b/ –, mientras que otros estudiosos consideran que se trata nada más de una evolución fonética estructural interna, propia de dichas lenguas.
Pese a lo expuesto anteriormente, no todo apunta hacia un betacismo primitivo en el latín peninsular.
Nos hallamos ante una transformación lingüística bastante antigua que, según testimonios escritos, pudo llevarse a cabo en el primer siglo de nuestra era.