Benito Pereira (Ruzafa, 1535-Roma, 1610), jesuita español también conocido por las diversas versiones de su apellido que iría adaptando a los diferentes idiomas: Pereirus, Pereio, Perera, Pereio, Pereyra o Perer.
Según señala Marcial Solana,[1] el colosal trabajo de Pereira, su impresionante cultura y conocimientos abrumadores le valieron para desempeñar la cátedra de Sagrada Escritura en el Collegio Romano, aunque también impartió lógica, filosofía natural y metafísica.
[2] Entre sus inquietudes se contó la Alquimia, a la que consideraba la parte más noble, aunque más oculta y abstrusa de los conocimientos naturales.
En el primero establece una distinción clara entre magia natural, que divide en física y matemática, y magia diabólica (teurgia, goetia y nigromancia), alargando los límites de la primera y estrechando todo lo que puede los de la segunda, cuya existencia sin embargo admite; en el segundo trata sobre las visiones y los sueños, previniendo las supersticiones vulgares y rechazando absolutamente la existencia de apariciones y fantasmas por fabulosas, aparentes o simuladas, y en el tercero niega cualquier género de validez a la astrología judiciaria (como ya había hecho el papa Sixto V en una bula al respecto de 1586) recurriendo a veces a argumentos tomados de Giovanni Pico della Mirandola: para él no es sino un delirio similar al de la cábala.
También rechaza la alquimia como un arte inútil y pernicioso a la república.