Cuando la palabra “batería” empezó a aplicarse más que a la obra constructiva en sí, a la agrupación de las piezas que en ella se incluían, empezaron a utilizarse diferentes denominaciones para indicar distintas clases y calibres (baterías de cañones del doce, batería de obuses del quince o de morteros de ochenta y uno).La estructura artillera de aquel sistema además contaba con amplias galerías subterráneas y túneles donde se almacenaban los polvorines que aseguraban el suministro de los proyectiles a las piezas artilladas.En el siglo XIX se fortificaron igualmente los principales puertos españoles y así se levantaron defensas de baterías de costas en Galicia, La Coruña, Ferrol, Vigo, o en Cataluña, con el puerto de Barcelona como principal referente y en el que aún a principios del siglo XXI es posible ver las piezas que componían las baterías de costas del castillo de Montjuich durante finales del siglo XIX y principios del XX.Así, a finales del siglo XX quedaban en España baterías de costas en el estrecho de Gibraltar, tanto en Cádiz como en Ceuta, en Mallorca y en Menorca, baterías que estaban compuestas por piezas de grueso calibre.Con la falta de utilidad para la defensa en la guerra moderna, algunas se conservan cómo áreas de maniobras militares, pero en su gran mayoría han comenzado a ser desclasificadas de interés para la defensa ("desafectadas") y puestas a la venta (se ubican en las mejores conservadas áreas naturales costeras) para generar recursos para los presupuestos del Ministerio de Defensa.