En esta obra puede apreciarse aún la huella de Mengs y Bayeu, que supervisan todavía los cartones del joven Goya.
Al fondo y apenas visible se vislumbra la iglesia de San Francisco el Grande.
Presenta gran luz y colorido, pese a estar bajo la fuerte supervisión de Mengs.
La zona de la ribera donde se desarrolla la acción será donde años más tarde Goya adquiera su Quinta del Sordo.
Las pinceladas son sueltas y el efecto de la luz muestra a distancia un bello paisaje.