[3] Sin embargo, el lugar no tuvo mayor trascendencia hasta la década de 1950 con la llegada de Don Lorenzo Soriano (Baeza, Jaén, España, 1901-1987) en 1953, buscando algas marinas, para poder extraer coloide que le permitiera continuar con la fabricación del fijador para cabello Malvik, actividad que comenzó en 1947.
En un principio el emprendimiento se limitaba a dos construcciones frente al mar, pero luego, a medida que el negocio de las algas fue prosperando, se construyeron casas y habitaciones para unos 400 empleados, incluyendo una escuela, iglesia, comisaría, depósitos, talleres y una proveeduría.
La expansión exitosa incluso hasta 1978 cuando habían intenciones de concretar una idea similar en Chile, pero el conflicto por el Beagle suspendió indefinidamente el proyecto.
La explotación del recurso de las algas vio su declive en 1982 gracias a dos grandes derrame que afectaron la biodiversidad en la bahía.
La idea fue tomada por Matías Soriano, nieto de Lorenzo, el fundador del campamento alguero.
Aquellos que busquen una estadía más sencilla o pasajera en la zona, cuentan con el Camping Arroyo Marea, 2 kilómetros antes del acceso a la propiedad y abierto todo el año.
[7] A este suceso se sumó en 2009 la creación del Parque Interjurisdiccional Marino Costero Patagonia Austral que terminó de consolidar el turismo.
Sus calles son pequeñas y tienen nombres de algas marinas como Avenida Gracilaria, Macrocystis, etc.
Se destacan la escuela, la iglesia, la plaza con un mástil que enarbola la bandera Argentina y el bar López, ubicado frente al mar, es la construcción más antigua del campamento.
La propiedad se extienden en la zona costera y en la meseta, tierra adentro otorgándole una gran diversidad de paisajes.
[5] La localidad es un punto crucial en el Parque Interjurisdiccional Marino Costero Patagonia Austral, de allí parte o arriban expediciones que permiten ver su gran biodiversidad.