Atributo (heráldica)

Los atributos son blasonados siguiendo a la enunciación de la pieza, y comprenden siempre, al menos, el esmalte (salvo en casos muy particulares donde el esmalte forma parte de la posición, como en las motas del armiño o la fuente).

Las modificaciones se blasonan con un participio pasado, sobre un verbo describiendo la añadidura (o el diseño) de la parte correspondiente.

Este verbo es muy frecuentemente propio al lenguaje heráldico: arcaico o un neologismo formado sobre el nombre de la parte.

Normalmente representado viendo a diestra, es decir en el sentido de la marcha cuando el escudo es sostenido en el brazo izquierdo.

Las dos patas traseras sobre el piso, y el tronco horizontal, está galopando cuando se le representa corriendo.

Los blasones que llevan marcas infamantes son raras, simplemente porque sus poseedores no se inclinaban a representarse con las imágenes poco gloriosas de acciones personales o heredadas, así que se empeñaban en crear un nuevo blasón (llamado "de sustitución").

La tercera regla del blasón quiere que los muebles repetidos en número tengan los mismos atributos (fuera de la disposición).

Las piezas en número son generalmente agrupadas de manera regular, en líneas o en quinconces, respetando la forma general del escudo: globalmente rectangular y más alto que largo, o en triángulo con la punta abajo.

Se blasona las disposiciones particulares siguiendo el nombre de las piezas honorables del mismo diseño (en palo, en faja, en banda, en barra, en cruz, en chevrón, en perla, en sotuer...), o indicando de arriba abajo cuantas recibe cada línea ("puestas tres, dos, una").

Cuando la bordura de una pieza longilínea está modificada, los dos bordes son afectados al mismo tiempo (salvo por el almenado).

León en su posición natural, llamada rampante.
Ciervo saltante.
Tres piezas mal ordenadas.