Asalto al tren postal de Glasgow-Londres

El suceso fue bautizado por la prensa de la época como «el robo del siglo»,[2]​ debido a su meticulosa planificación y a lo cuantioso del botín, unos 2,6 millones de libras esterlinas[3]​ (equivalente a 40 millones de libras en la actualidad), la mayor parte del cual nunca fue recuperado.

Biggs aceptó unirse a la banda y, tras reclutar al resto del personal, se trasladaron al que sería su cuartel general, una granja que John Weather, el encargado de la intendencia del grupo, había alquilado cerca del lugar donde tendría lugar el asalto.

Generalmente, el importe total de estos paquetes habría estado en torno a las 300.000 libras, pero debido a que había sido un fin de semana festivo en Escocia, el total del dinero que transportaba el convoy aquella noche ascendía a 2,6 millones de libras esterlinas.

[6]​ No fue casualidad que la banda planificara el asalto para ese día, según se descubrió en las investigaciones posteriores, unos meses antes, un confidente habría dado el soplo sobre la especial cuantía del transporte a Gordon Goody, uno de los lugartenientes de Edwards.

Nunca se pudo identificar a este misterioso personaje cuya identidad fue finalmente revelada por el propio Goody en 2014.

[7]​ A las 3 y cuarto de la madrugada del 8 de agosto, el maquinista Jack Mills, detuvo el tren frente a un semáforo en rojo que previamente la banda había manipulado.

[2]​ Los miembros de la banda habían estado jugando en él durante su estancia en la granja y habían dejado sus huellas dactilares, lo que permitió a los investigadores identificar y detener a casi todos los miembros del grupo.

Biggs escapó de Wandsworth Prison y, tras pasar por Francia, España y Australia, logró llegar hasta Brasil, donde permaneció huido 31 años, convirtiéndose en uno de los fugitivos más célebres del Reino Unido.