En Heráldica las armas compuestas son blasones formados de armas más simples, acoladas siguiendo una figura de partición simple, o ensamblados por cuarteles o cantones.
Para blazonar las armas compuestas, se enuncia primero la partición, después las armerías elementales se blasonana unas después de las otras, en el orden de la partición, haciéndolos preceder por su rango ("en el primero..."; "en el segundo...").
El blasonamiento puede presentarse bastante complicado cuando los rasgos de partición se multiplican, aunque la regla sea muy simple: cada elemento toma un número de orden según la regla de prioridad "alto antes que bajo y diestra antes que siniestra" y se lee como un blasón independiente en ese orden.
Los elementos creados por una partición son del mismo tamaño, pero no del mismo "prestigio": son jerarquizados según su lugar - el prestigio decrece de arriba hacia abajo, y de diestra hacia siniestra y el blasonamiento se hace según esta jerarquía.
El medio partido se puede utilizar para engalanar situaciones muy diferentes, pero en todos los casos, esto sólo es posible si cada mitad del partido se refiere a un único campo, tenemos: Cada elemento de la composición puede recibir un campo diferente.
Ciertas piezas pueden, en ciertas circunstancias (aumentos) jugar un rol equivalente a una partición y entrar en la composición.
Se declara entonces la pieza "cosida", lo que le confiere un estatus de partición (ya no está puesta sino adjuntada).
El origen del cantón está, puede ser, en la representación sobrepuesta al escudo de aletas, piezas rectangulares de acero anexadas a los hombros, que estaban siempre armadas y sobre todo portadas en los torneos.
Se sigue precisando cada arma elemental según el número de orden.
Si las armas se repiten en verios cuarteles, se lo menciona desde la primera ocurrencia del arma "En el primero, el tercero y el quinto...", y los cuarteles ya descritos son saltados.
La lengua del blasón puede teóricamente describir a los iconos punto por punto (partido de 256, cortado de 256,...), pero llevados al extremo, estos excesos salen claramente del dominio heráldico.