Aníbal María Di Francia
Jesús mismo llamó a san Aníbal «el primer apóstol de la Divina Voluntad».Desde su juventud tuvo una marcada experiencia eucarística, en donde descubrió su pasión por la oración y el sacrificio, especialmente en favor de las vocaciones.Fue una experiencia marcada por fuertes incomprensiones, dificultades y hostilidades de todo tipo, sin embargo, no se desanimó y siguió trabajando en lo que él creyó era una llamada de Dios: evangelizar a los más pobres.En 1882 fundó su primer orfanato, dedicado a san Antonio de Padua, por ello, fueron los niños del lugar eran llamados los antonianos.Difundió la oración por las vocaciones, promovió numerosas iniciativas de pastoral vocacional, tuvo contactos epistolares y personales con los pontífices de su tiempo, instituyó la Sagrada Alianza para el clero y la Pía Unión de la Rogación Evangélica para todos los fieles, creó el periódico Dios y el Prójimo, entre otras muchas obras.[2] Aníbal María Di Francia, durante su existencia terrenal, fue acompañado por una fama de santidad, difundida a todos los niveles.