Después de Francia, Algarotti marchó a Inglaterra y se quedó algún tiempo en Londres, donde fue aceptado en la Royal Society.
Volvió a Italia para después hacer otro viaje, esta vez por Prusia y por Rusia, especialmente en San Petersburgo.
A su muerte, Federico II le erigió un imponente monumento en el cementerio de Pisa.
Algarotti no es tan radical como Lodoli y en ocasiones hasta lo contradice.
Tampoco negaba la autoridad de Vitrubio como lo hacía Lodoli ni pretende la ruptura con el academicismo.