Comenzó su carrera jugando en las inferiores del Club Floresta de Buenos Aires.
Su consagración con San Lorenzo llega en 1923, año en el que gana su primer título y se corona goleador del campeonato.
En el Café Dante compartió sus mesas con hombres de la cultura popular y ciudadana como Raúl González Tuñón, Nicolás Olivari, Gustavo Riccio y el poeta del barrio de Boedo, José González Castillo.
En 1932, con la profesionalización del fútbol, pasa a Huracán, club en el que juega una temporada y convierte un solo gol.
Sus dos mayores logros con el seleccionado son el Campeonato Sudamericano 1927 jugado en Perú, campeonato del que fue goleador con 4 tantos en 3 partidos, y la medalla de plata obtenida en las Olimpíadas de Ámsterdam 1928.