Habiendo perdido la madre a una edad temprana, fue criada por otras mujeres y ancianos del pueblo que le enseñaron a respetar el medio ambiente como fuente de su identidad espiritual y de su subsistencia.
Como líder de la comunidad que compartía conocimientos tradicionales, finalmente se convirtió en la "Mama Aleta".
La actividad de Aleta la convirtió en un objetivo para los intereses mineros y las autoridades locales, que le pusieron un precio.
Mientras las mujeres protestaban a la mina, los hombres proporcionaban apoyo doméstico en casa, cocinando, limpiando y cuidando los niños.
La conciencia pública sobre la ocupación de tejer crecía y los funcionarios del gobierno indonesio se dieron cuenta.